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Mostrando las entradas de febrero, 2019

Carta del 21 de octubre de hace muchos años

 Hasta hoy logré animarme a escribir toda la mescolanza en la que he estado bailando desde ayer. Yo sabía lo mal que iba a sentirme, yo sabía que el tiempo no es inextinguible como el dolor de tu ausencia. Yo sabía que me iban a terminar. Ya no siento que pueda escribir mi confesionario en las cartas, ya ni siquiera sé cómo debería sentirme con esta pérdida. A ti, lectore, te incomodo con lo que me ha hecho un ser triste durante los últimos días. Volvía a bailar tangos por el abismo con el humo del cigarrillo que se desenvolvía en nuevas enarmonías de mis pasados más desahuciados. Volví a preocupar a las luciérnagas que nos observaban charlar por las tardes cerca a tu casa y al lago de los patos que perfectamente podría ser un estanque para una película de asesinatos y tragedias. Mi yo consciente de lo que se viene sigue pasmado mientras deshoja los pétalos que solo viven en la memoria del tacto de mis manos. daniel está muy preocupado por saberse en el inicio de un gran dilema. de...

Entenderse leído.

" Si quisieras oír lo que me digo en la almohada el rubor de tu rostro sería la recompensa Son palabras tan íntimas como mi propia carne que padece el dolor de tu implacable recuerdo " Casi obsceno - Raúl Gómez Jattin ... Ninguna actitud frente al mundo me es sensata. Frente mis ojos la oscuridad... de un párpado cerrado que otro aprecia y frente a mi mirada su esquiva vergüenza, porque ante mis manos la posibilidad de eliminar y ante ustedes la posibilidad de amar. Cuentagotas las lloradas y las que trago mientras hablo. Esquiva también me es la altura y la neblina de un aliento suspirado. Pero concreto el manto, la duda, el odio y el material ardiente de mi palabrería mal calibrada. El olvido, cuando se muestra posible, arrastra consigo la mirada y la vida, porque antes que olvidado, perdido y perdido por andar con los ojos cerrados.

Tarde desértica

"Planta un sueño y  a la semana se le muere, solo le floreció el frijol en el quinder." Luis Salazar Ramíres Estoy acá para gritar que no sé dónde estoy. Camino seguro de saber para dónde voy y me descubro en otra parte, en una sorpresa que se convierte en estupor y luego en resignación, en saciedad de completa vacuidad. Transcurre la tarde a mis espaldas, camino por barrios con paredes pintadas jocosamente, y que en algunas partes aún muestran estragos de pasadas elecciones: "Marque el número 25 en el tarjeton", sonrío; me entregó a la mision de llenarme de pavimento por la mera acción de hacer algo,(¿Nada?) camino, obreros en una acera y en la otra, en la esquina un policía que mira para todos lados y no ve nada, vértigo, tienditas abarrotadas de señoras cincuentonas y de niños que profesan inocencia y la creen en la ignorancia de saberse niños (¿O de no saberse?). La caminata prosigue, el pavimento negro que se vuelve gris y el gris que se vuelve pied...