Carta del 21 de octubre de hace muchos años

 Hasta hoy logré animarme a escribir toda la mescolanza en la que he estado bailando desde ayer. Yo sabía lo mal que iba a sentirme, yo sabía que el tiempo no es inextinguible como el dolor de tu ausencia. Yo sabía que me iban a terminar. Ya no siento que pueda escribir mi confesionario en las cartas, ya ni siquiera sé cómo debería sentirme con esta pérdida. A ti, lectore, te incomodo con lo que me ha hecho un ser triste durante los últimos días. Volvía a bailar tangos por el abismo con el humo del cigarrillo que se desenvolvía en nuevas enarmonías de mis pasados más desahuciados. Volví a preocupar a las luciérnagas que nos observaban charlar por las tardes cerca a tu casa y al lago de los patos que perfectamente podría ser un estanque para una película de asesinatos y tragedias. Mi yo consciente de lo que se viene sigue pasmado mientras deshoja los pétalos que solo viven en la memoria del tacto de mis manos. daniel está muy preocupado por saberse en el inicio de un gran dilema. de...

Tarde desértica



"Planta un sueño y  a la semana se le muere, solo le floreció el frijol en el quinder."

Luis Salazar Ramíres



Estoy acá para gritar que no sé dónde estoy. Camino seguro de saber para dónde voy y me descubro en otra parte, en una sorpresa que se convierte en estupor y luego en resignación, en saciedad de completa vacuidad.

Transcurre la tarde a mis espaldas, camino por barrios con paredes pintadas jocosamente, y que en algunas partes aún muestran estragos de pasadas elecciones: "Marque el número 25 en el tarjeton", sonrío; me entregó a la mision de llenarme de pavimento por la mera acción de hacer algo,(¿Nada?) camino, obreros en una acera y en la otra, en la esquina un policía que mira para todos lados y no ve nada, vértigo, tienditas abarrotadas de señoras cincuentonas y de niños que profesan inocencia y la creen en la ignorancia de saberse niños (¿O de no saberse?).

La caminata prosigue, el pavimento negro que se vuelve gris y el gris que se vuelve piedras, la sorpresa del verde, del monte violado y mutilado, pasto en las patas, hojas en las greñas, subir, ascender al Olimpo de esos grupos de casas aisladas que se profesan Barrios, como si en estos estatus ganarán algo. Luego voltear la cara hacia la ciudad lejana, el sol que pelea por sobresalir entre los edificios altos, edificios frios con otras personas, otros niños y otras señoras cincuentonas.

Tarde perdida

Perdido en la tarde

¿Qué busco?

¿Busco algo?

Allá más lejos todavía, la noche a toda carrera viene a desnudarme, a parir nuevas caras, a esconder los caminos en la tierra.

Volver, semáforos y rayas saludan  indiferentes, el monte ya pasado, el monte ya pisado, caminar, camino.
La certeza de el sendero secreto hacia el monte, la certeza de saberse, de verse. Tal vez mañana encuentre eso, en un paso en falso en la promesa eterna que nunca hice o que olvide.
Durmamos y bebamos, el mañana nos escupirá en la cara y daremos gracias a Dios por eso.





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