Carta del 21 de octubre de hace muchos años

 Hasta hoy logré animarme a escribir toda la mescolanza en la que he estado bailando desde ayer. Yo sabía lo mal que iba a sentirme, yo sabía que el tiempo no es inextinguible como el dolor de tu ausencia. Yo sabía que me iban a terminar. Ya no siento que pueda escribir mi confesionario en las cartas, ya ni siquiera sé cómo debería sentirme con esta pérdida. A ti, lectore, te incomodo con lo que me ha hecho un ser triste durante los últimos días. Volvía a bailar tangos por el abismo con el humo del cigarrillo que se desenvolvía en nuevas enarmonías de mis pasados más desahuciados. Volví a preocupar a las luciérnagas que nos observaban charlar por las tardes cerca a tu casa y al lago de los patos que perfectamente podría ser un estanque para una película de asesinatos y tragedias. Mi yo consciente de lo que se viene sigue pasmado mientras deshoja los pétalos que solo viven en la memoria del tacto de mis manos. daniel está muy preocupado por saberse en el inicio de un gran dilema. de...

MAMIHLAPINATAPAI





Mamihlapinatapai es una palabra del idioma de los nativos yámanas de Tierra del Fuego. Describe «Una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra comience una acción que ambas desean pero que ninguna se anima a iniciar».


No. No creo que ella quiera lo mismo. No creo siquiera que logre percibir lo que mi mirada le sugiere, si fuera así ya sabría que debe ignorar este vano río de palabras que sale por mi boca, acercar su prieto cuerpo hacia mi celda, posar su dedo índice en el centro exacto de mis labios, esbozar una sonrisa que sugiera picardía mientras sus senos se pierden en el nervioso latido de mi corazón, y mi mirada, atónita, despliegue las múltiples formas de la dicha. Pero no, no es así. En lugar de esto permanece allí asintiendo a todas las estupideces que digo. Pero ¿cómo estar seguro?, si su mirada dice tantas cosas. A ratos me dice que no le intereso, que ha venido a este encuentro por mero compromiso, pero luego florecen destellos que gritan te amo, bésame y llévame bailando hasta el final del amor, a ese lugar donde ningún hombre ha podido llevarme. Pero en lugar de eso él me sigue hablando de las borracheras que tanto disfruta con sus amigos. No. No creo que él quiera lo mismo. Si quisiera lo mismo ya sabría que debe ignorar este silencio en el cual me ahogo, acercarse sutilmente mientras me cuenta alguna anécdota divertida que dibuje una nueva sonrisa en mi rostro cansado de la quietud, sonreír al verme reír y luego abrirle una tregua a esta lucha de abismos en la que nos encontramos desde hace tiempo y darle paso a la batalla del amor en el campo de los besos, porque sólo con un beso entendería todo mi silencio, porque esta guerra de miradas ya está distorsionando nuestra vista, date cuenta, por favor, no quiero que este momento nos lleve a jugar al cíclope, quiero que lleves tus ojos a la cama, que cubras su oscuridad con la blancura de tus ligeros párpados sin maquillaje y que la intención de tu mirada se deslice por tus largas pestañas hasta llegar a tus delgados labios y morir satisfecha y realizada bajo los escombros de aquellas torres de ficción que he construido durante mi lluvia de agua salada. Pero no. No creo que ella quiera lo mismo. Tal vez ella disfrute esto. Tal vez considere que esta lucha de miradas no es sólo una guerra de abismos, sino más bien una cautelosa búsqueda, que mis ojos no son simplemente una penumbra esférica. Tal vez crea que más allá de esta densa oscuridad se levanta un pozo, un pozo en el cual mi alma yace en el fondo y también en el que, al arrojar su mirada en mi búsqueda, se encuentra a sí misma. Porque aún no sé quién soy. Porque este cuerpo no significa nada, porque mis pasos no dicen nada de mí, ni mucho menos mis palabras, estas están tan lejos de lo que siento, no son más que una máscara de ideas que rozan mi alma, pero ni siquiera la acarician. Tampoco el silencio, este no es más que puro miedo. Sólo con un beso. Sólo un beso te hundiría junto a mí en el silencio, sólo con un beso te unirías a mi naufragio, sólo con un beso esta guerra de miradas terminaría en un alegre encuentro.  Pero ese encuentro no podrá darse. No creo. No creo que ella así lo desee. Tampoco creo que sepa todo lo que ella es para mí. No ha de saber que he cruzado océanos de tiempo para encontrarla, tampoco que mi vida es un péndulo y que ella está en el centro, no se ha dado cuenta que la historia amorosa de mi vida se basa en ella, en estar a su lado o intentar reemplazar su maravillosa presencia con la de otro cuerpo en el que no encuentro más que intestinos. Sólo con un beso, sólo con un beso entendería todo esto, sólo si nuestras almas se abrazaran se daría cuenta de lo bien que me conoce, sólo con un beso nos echaríamos a flotar en el mar mientras somos testigos de la muerte de la noche, pero a mi noche no la mata ningún sol, a mi noche la despedazan sus labios, la derrite su saliva, la apuñalan sus abrazos, no conozco un Apolo más piadoso que sus ojos, no conozco más luz que la de su sonrisa ni fuego más intenso que el de su mirada. Vamos, llévame bailando hasta el final del amor, hasta ese lugar donde ningún hombre ha podido llevarme. Vayamos pintados con sangre de los dos, acaba conmigo, quiéreme, ódiame, no dejes de darme sensaciones, no dejes de darme vida. No te levantes y me des la espalda, toma mi mano, hagamos de esta ciudad de putas derrotas un faro que nos hunda en la más deliciosa luz, no me dejes ir, no permitas que me trague este barco de locos. 

No. No quería lo mismo. Si lo hubiese querido no estaríamos en diferentes ríos. Si lo hubiese querido no se habría ido tan tranquilo arrastrando mi vida con cada uno de sus pasos. No. No quería lo mismo. Yo creí que estábamos flotando juntos en el mar, pero la verdad es que ella sigue por su río infernal y yo por el mío. No todos los ríos son el mismo mar. No. Sólo con un beso... No. Sólo con un beso... 

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