Carta del 21 de octubre de hace muchos años

 Hasta hoy logré animarme a escribir toda la mescolanza en la que he estado bailando desde ayer. Yo sabía lo mal que iba a sentirme, yo sabía que el tiempo no es inextinguible como el dolor de tu ausencia. Yo sabía que me iban a terminar. Ya no siento que pueda escribir mi confesionario en las cartas, ya ni siquiera sé cómo debería sentirme con esta pérdida. A ti, lectore, te incomodo con lo que me ha hecho un ser triste durante los últimos días. Volvía a bailar tangos por el abismo con el humo del cigarrillo que se desenvolvía en nuevas enarmonías de mis pasados más desahuciados. Volví a preocupar a las luciérnagas que nos observaban charlar por las tardes cerca a tu casa y al lago de los patos que perfectamente podría ser un estanque para una película de asesinatos y tragedias. Mi yo consciente de lo que se viene sigue pasmado mientras deshoja los pétalos que solo viven en la memoria del tacto de mis manos. daniel está muy preocupado por saberse en el inicio de un gran dilema. de...

MUJERES


Cuando quise ser mejor quise ser mujer
Alfredo Fressia, Paréntesis

De todas ellas guardo siempre algo: 
Desde la fresca leche materna 
-Que aún mantiene mi cuerpo- 
Hasta los cuidados familiares 
Y las nuevas revoluciones. 
Guardo el sabor de los besos,
El olor de las tardes de cine 
Y las noches de amor… 
Guardo el temblor de mi piel
En medio de aquel pelo húmedo
Durante la mañana, 
El palpitar de aquel beso furtivo 
Que se esconde de la luz. 
Guardo también 
Las miradas de amor
De odio 
De dolor 
De amistad 
De ternura. 
Guardo en mi mente 
Aquellos días azules
De amor amarillo, 
Los fines de semana 
De amor efímero. 
Tal como a mis libros 
Atesoro cada palabra, 
Tal como con mis discos 
Reproduzco interminablemente 
Cada sonido. 
Y las escenas… 
Guardo el odio que 
Sentí por mí mismo 
Tras entregarme vacío 
Ante un cuerpo lleno, 
Y la zozobra 
Tras una mirada 
De amor no correspondido. 
Guardo el sabor avinagrado 
De las mismas palabras 
Que una y otra vez 
Arrojé como monedas 
A una fuente, 
Y el sabor dulce 
De las peras 
Que brotaron 
De las semillas de la complicidad. 

Ahora también 
Pienso en lo que pude haber dejado: 
Las cartas
Los poemas 
Los discos 
Las mariposas de madera…
El silencio,
La ausencia, 
La tristeza, 
La alegría,
La mirada tímida, 
El amor inseguro, 
La débil fortaleza de mis manos 
Sobre los cuerpos, 
Los infinitos “lo siento”,
Y tal vez, 
Espero, 
Algún agradecimiento. 
También los asquerosos actos 
De macho cabrío, 
La intolerancia 
Y el egoísmo. 
He dejado 
Lo mejor 
Y lo peor de mí
(A lo mejor es lo mismo)

Realmente no sé por qué 
Pero mi vida parece transitar siempre por su río, 
Y no importa qué más guarde 
O qué más deje,
No importa si resulta ser
Un tímido viaje 
O un tempestuoso naufragio, 
No importa si son años
Meses 
Días
Horas…
Sólo sé 
Que su corriente 
Me mueve 
Y me lleva siempre de nuevo a mí, 
Me devuelve cada vez más viejo 
Y cada vez más nuevo,
Cada vez menos egoísta 
Y cada vez mejor,
Cada vez menos hombre 
Y cada vez más humano. 

               ***

Y si después de todo 
Me sobreviene el fin,
Te pido 
Muerte 
Que seas mujer,
Para que me guardes 
Y yo te guarde,
Para que la última ola 
Al fin 
Me lleve al mar 
-cerca de Alfonsina-
Y me devuelva
A la vida…
Y así ser, 
Al fin, 
Ya no hombre 
Sino humano, 
Ya no macho
Sino árbol, 
Camino abierto 
Y no cerrado, 
Luna 
Y no barro. 

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