Carta del 21 de octubre de hace muchos años

 Hasta hoy logré animarme a escribir toda la mescolanza en la que he estado bailando desde ayer. Yo sabía lo mal que iba a sentirme, yo sabía que el tiempo no es inextinguible como el dolor de tu ausencia. Yo sabía que me iban a terminar. Ya no siento que pueda escribir mi confesionario en las cartas, ya ni siquiera sé cómo debería sentirme con esta pérdida. A ti, lectore, te incomodo con lo que me ha hecho un ser triste durante los últimos días. Volvía a bailar tangos por el abismo con el humo del cigarrillo que se desenvolvía en nuevas enarmonías de mis pasados más desahuciados. Volví a preocupar a las luciérnagas que nos observaban charlar por las tardes cerca a tu casa y al lago de los patos que perfectamente podría ser un estanque para una película de asesinatos y tragedias. Mi yo consciente de lo que se viene sigue pasmado mientras deshoja los pétalos que solo viven en la memoria del tacto de mis manos. daniel está muy preocupado por saberse en el inicio de un gran dilema. de...

LA POSADA DE ANDRÉS


I am not like
other people.
I am
burning in hell.
the hell of
myself.


Charles Bukowski.



HABITACIÓN UNO: LA CELDA.







Una desagradable mazmorra de base cuadrada de medio metro a cada lado y un metro con ochenta centímetros de altura. Es la habitación más económica y, por tanto, la más ocupada. Raras veces aquel lugar asqueroso, de paredes gelatinosas y pestilentes, de las que brotan vellos por doquier, permanece vacía; ésto solamente se logra cuando Andrés se rinde ante el mundo de los sueños, cuando logra desdoblarse y huir por alguno de los estrechos espacios entre viga y viga que conforman el techo de la habitación.

Lugar pertubador en donde el huésped queda miope como consecuencia de la constante exposición a la falsedad. Sus paredes están repletas de manchas y protuberancias rojizas rellenas de humedad, causadas por debilidades de la estructura. Sus cimientos están formados por largos y delgado tubos de calcio, envueltos en escasos alambres rosados que mantienen la estructura, razón por la cual es una construcción débil y escuálida ante los cataclismos que aquejan al mundo, como los golpes, las sacudidas y hasta la consumación del amor...

Andrés permanece una gran cantidad de tiempo en aquel pozo séptico. No tiene muchas opciones, su dinero es escaso y sabe que las demás habitaciones son un gasto exagerado para su presupuesto. Su consuelo son las noches llenas de estrellas a donde sale a volar de vez en cuando. Tal vez por eso aún permanece en aquel sitio horrible: conserva la esperanza de un largo vuelo, tal vez eterno.




HABITACIÓN DOS: LA SUITE DE LOS RECUERDOS (EL SÓTANO)






Hermoso sótano ubicado en las oscuras y casi olvidadas profundidades de la posada, oculto entre los buenos y malos pensamientos, justo detrás del ansioso deseo del porvenir. La suite es muy parecida a una playa de olvido con pequeñas y periódicas olas de recuerdo.

Lugar al que acude Andrés en momentos de invocación ajena, en momentos de encuentros pactados y profundas divagaciones. Es invocado por la risa o por las lágrimas y aparece disfrazado de tragicomedia.

Es muy extraño el día en que Andrés acude a este sitio, pues la mayoría de veces en que invocan su presencia, llega, en su reemplazo, una masa sólida y amorfa con la cual lo confunden los despistados a los que les ha costado aprehender su esencia.




HABITACIÓN TRES: EL PENTHOUSE DE LA PALABRA.







Espaciosa habitación dueña de una austera belleza. Está ocupada en su totalidad por un mamotrético galimatías en donde están plasmadas una gran cantidad de ideas, pensamientos y sentimientos. Es parecida a una urdimbre hilvanada a partir de hilos de diferentes colores. Esto sucede porque la forma en que Andrés es captado y expresado está gobernada por la misma ley que la verdad: la subjetividad. Andrés atraviesa los ojos de las personas con diferentes formas pues debe acomodarse según se lo exija el molde del iris de cada quien. De esta forma la mente lo analiza diferente en cada persona y al momento de imprimir su esencia, en forma de lenguaje, se unen desordenadamente las ideas y hacen de la habitación un espacio privilegiado donde reina el desorden y la anarquía. El penthouse está adornado de lirismo y musicalidad, vivas imágenes rítmicas y arrítmicas, románticas alfombras compuestas por octetos, amoblada de sonetos y ambientada con prosas. Andrés dejó un trozo de su corazón en esa habitación para que su palpitar mantenga vivos los versos y un cuarto de su alma para que sea libre junto a ellos.



HABITACIÓN CUATRO: EL CUARTO DE LA LUZ.







Un pequeño cuarto, parecido a un tierno cajón de mármol, en donde se almacenan las pocas imágenes y cintas en las que Andrés ha sido capturado. Ha sido imposible atraparlo en su totalidad pero en algunos negativos y en algunas secuencias se logra desvelar secretos de su esencia, se alcanzan a observar vestigios de su arquitectura. Fragmentos de su ser habitan este lugar esperando por el día en que lo reemplacen a él, esperando el día en que Andrés no sea más que olvido.



EL HUÉSPED DE LA POSADA: ANDRÉS.






Tras esa mirada de loco se esconde Andrés: Un ser infinitamente triste y frágil. Tras esa chaqueta de cuero, esa camiseta del Rey Lagarto y esa densa pared de carne late un corazón miedoso. Detrás de ese corazón yace, en posición fetal y ahogado en un mar de lagrimas, un alma solitaria. Dentro de esa celda llora un eterno niño, frágil al viento, vulnerable y melancólico, un Peter Pan al que le han quitado su vuelo, que ha sido despojado de todo buen pensamiento y cuyo amor, en forma de polvo mágico, fue calcinado en las llamas del odio.


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