Carta del 21 de octubre de hace muchos años

 Hasta hoy logré animarme a escribir toda la mescolanza en la que he estado bailando desde ayer. Yo sabía lo mal que iba a sentirme, yo sabía que el tiempo no es inextinguible como el dolor de tu ausencia. Yo sabía que me iban a terminar. Ya no siento que pueda escribir mi confesionario en las cartas, ya ni siquiera sé cómo debería sentirme con esta pérdida. A ti, lectore, te incomodo con lo que me ha hecho un ser triste durante los últimos días. Volvía a bailar tangos por el abismo con el humo del cigarrillo que se desenvolvía en nuevas enarmonías de mis pasados más desahuciados. Volví a preocupar a las luciérnagas que nos observaban charlar por las tardes cerca a tu casa y al lago de los patos que perfectamente podría ser un estanque para una película de asesinatos y tragedias. Mi yo consciente de lo que se viene sigue pasmado mientras deshoja los pétalos que solo viven en la memoria del tacto de mis manos. daniel está muy preocupado por saberse en el inicio de un gran dilema. de...

interpelación en minúscula

Bajo un lamento de vida, del signo de la luz
Por el resquicio de las montañas se hiende
El lamento de una loba que prende,
El  estigma corporal y el lamento en la cruz

Donde el sol presenta como cálido andaluz
Personificación de esperanza que la loba propende,
Y ésta sus palmas ingenuas para agarrar extiende
Los destellos de su amado que pasan por el sauz

Abismo entre sus instintos y sensaciones,
Ocasos de luz eterna, de añoranza enorme.
Ella sólo pide el regreso de su sol, su centro y adorne

Que se orne con sus maullidos de tácitas pasiones
Junto a la piedra heráldica donde la loba recitaba,
Entre noctilucas y abrojos que a sus patas lastimaban. 


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