"Definitivamente no se puede negar a los sentimientos propios el proceso de construcción"
Pero... ¿si ya lo hice y hasta mis escritos huelen a incertidumbre?
Dime cómo vuelvo a sentir algo distinto a la muerte lenta.
...
Para la destinataria de siempre:
¿Se puede perder a alguien?
Pierde y cuando se pierde llora, pierde con las piernas, la espalda, los labios, el chocolate y los bolsillos. ¿Pero te pierde? No necesariamente.
En últimas el saludo del infierno es la única y verdadera pérdida, y aunque el paraíso roba más, sólo se pierde en un infierno.
Marginado a la desesperanza y la masturbación. Ocultado por una nube de resentimiento.
Habrá que olvidar para vivir, pero prefiero perseguir a Beatriz que borrarlo todo.
Habrá quien te diga que no sólo hay una forma de recorrer los pasos de Dante, pero el mismo calor del combate refleja, a cualquier castrado como yo, que sólo hay un camino que ignorar, sólo un camino para sentarse al lado, y mil ilusiones que me llevan a tu memoria.
Para los amigos que amo:
En últimas, lo único que rescato de Descartes es que en el la vida entera es un sueño. Tal vez los sentidos me engañan tal y como lo hicieron «y lo hacen» las expectativas románticas, pero fuera de la verborrea, me encuentro destruido. A mi nadie me ha enseñado de amor porque, en últimas, la vida no se ha dedicado a enseñarme sino a violarme. Su cálido pecho, como mi padre, me fueron astillando hasta este punto de no reconocimiento de la escultura, y el arte se me escondió en los intestinos.
A los Carlos y Sebastianes:
Sí, efectivamente es sueño cartesiano en tanto delirio, y sufrimiento penetrado por la soledad. Creo que, en últimas, sí nací en otro tiempo, en otro aire, en ausencia de armas y presencia de levitación libidinal, desocupada. Ando por las calles cuestionando la muerte y deseándola, hubiera preferido nunca haber estado en medio de estos rayos, luz que cae del edificio, en construcción sobre el humedal de la libertad.
A los que me han visto combatiendo:
Definitivamente, querida especie, sólo hay una forma de perder a alguien, y yo no quiero que nadie me pierda. No quiero morir, amores míos que aún no beso, que aún no abrazo ni me abrazan, que aún no lloran ni me ríen. Me rasca no haberme rascado con ustedes.
A los psicólogos, anarquistas, feministas y comunistas:
¿Para qué ratas que se paralizan en una caja si me tienen a mi? Paralizado ante mis principios. ¿Para qué agredirme si ya es suficiente con que yo me respire en la nuca a mi mismo? Además, el agobio por la justicia es implacable, un látigo maternal. ¿Para qué y por qué sufrir para cambiar? ¿Tan nietzscheanos somos?
Renuncio. Compañeros y compañeras. Renuncio.
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