Carta del 21 de octubre de hace muchos años

 Hasta hoy logré animarme a escribir toda la mescolanza en la que he estado bailando desde ayer. Yo sabía lo mal que iba a sentirme, yo sabía que el tiempo no es inextinguible como el dolor de tu ausencia. Yo sabía que me iban a terminar. Ya no siento que pueda escribir mi confesionario en las cartas, ya ni siquiera sé cómo debería sentirme con esta pérdida. A ti, lectore, te incomodo con lo que me ha hecho un ser triste durante los últimos días. Volvía a bailar tangos por el abismo con el humo del cigarrillo que se desenvolvía en nuevas enarmonías de mis pasados más desahuciados. Volví a preocupar a las luciérnagas que nos observaban charlar por las tardes cerca a tu casa y al lago de los patos que perfectamente podría ser un estanque para una película de asesinatos y tragedias. Mi yo consciente de lo que se viene sigue pasmado mientras deshoja los pétalos que solo viven en la memoria del tacto de mis manos. daniel está muy preocupado por saberse en el inicio de un gran dilema. de...

PRESENTE



No hay pasado ni futuro, todo fluye en un eterno presente.

James Joyce.


Para el odio que te ha infectado el censor, no hay remedio mejor que el asesinato.
Para la timidez, la autodestrucción. 

Andrés Caicedo Estela, ¡Qué viva la música!



El tiempo avanza sin ningún miedo. Letal e implacable se esconde tras el viento que se lleva mis sueños. Algunos dicen que todo es futuro, que este instante que transcurre ya se ha ido, ya se ha derretido en la vida. Pero yo lo siento a mi lado, debajo y por encima mío, todo este dolor me está violando, entrando en mi vida de forma violenta (penetrando), y haciendo de mis días eternos gemidos que no caben en tiempo futuro ni mucho menos pasado, sólo en un tormentoso presente que cada vez tiene menos posibilidades. 
Los días pasan como segundos cuando todo es destrucción. Un mes de vida no es más que una mirada al espejo intentando encontrarme y, al final, encontrar a ese espectro delgado, con un culo en cada cuenca ocular, de nuevo allí. 
Las miradas amistosas no representan nada cuando a cada segundo que pasa lo acompaña un latido que prolonga este sufrimiento. 
El amor no existe en este que cuerpo que, por dentro, no es más que una bomba atómica.
Nada existe cuando hay una reacción nuclear en cadena descontrolada. Descontrolada... al igual que mi pensamiento. 

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